Actividad e historia de la Institución
Libre de Enseñanza
La
idea fue concebida como un centro de estudios superiores, pero finalmente, a
partir de 1878, el proyecto universitario fue abandonado y en la Institución se
cursaron estudios de primera y segunda enseñanza.
El
18 de marzo de 1876 se redactó el proyecto para la creación de un
establecimiento de enseñanza libre. El grupo de fundadores era muy amplio y
procedía de muy diversos campos: descontentos del conservadurismo canovista,
simpatizantes krausistas, republicanos, militares, incluso rivales
intelectuales del krausismo.
La
Institución inauguró sus clases el 29 de octubre de 1876, en el número 9 de la
calle Esparteros. Entre sus enseñanzas ofrecía varias de grado superior y las
de segundo grado en dónde se utilizaba el método intuitivo de Pestalozzi y de
Fröebel. La ausencia de exámenes y libros de texto, el estudio directo de la
realidad, el respeto a la intimidad y a la autonomía del estudiante que Giner
practicaba en sus clases universitarias se ven allí ampliados y desarrollados
en el terreno de la segunda enseñanza.
En
1897 surgen dos corrientes: la radical de Lerroux y la reformista de Melquiades
Alvarez. El grupo krausista, antes unido por Salmerón, se dividió entre estas
dos opciones. Pero ahora, ya comenzado el siglo XX, miembros cualificados del
grupo institucionista van a dirigirse, primero lentamente y después con mayor
rapidez, hacia la corriente de pensamiento socialista, hacia el P.S.O.E.,
modificando la inspiración profundamente liberal que inspiró siempre a los hombres
de la Institución. Julián Besteiro y Fernando de los Ríos son los principales
representantes de este nuevo rumbo.
Giner
y Cossío inspiraron la creación de centros estatales, que contribuyeron
fundamentalmente a renovar la cultura española. El propio Cossío inauguró la
Cátedra de Pedagogía en el curso 1904-1905 en la Universidad Central, y en ella
se jubiló en 1929. La pedagogía fue en esta cátedra, una disciplina
universitaria. Hasta 1932 no se inauguró la Facultad de Pedagogía en la
Universidad Central de Madrid. Por iniciativa de Cossío, el Gobierno de la
República estableció las Misiones Pedagógicas, que recorrían los pueblos de
España, y el ministro institucionista Fernando de los Ríos fundó la Universidad
Internacional, de Santander. La labor pedagógica de los institucionistas se
extendió a numerosos centros entre los que importa destacar el Patronato para
el niño delincuente, cuando no existía, aún, el Tribunal de Protección de
menores. La obra de Giner y de sus seguidores ha sido profunda y enorme, pero
tuvo siempre en contra a los elementos más reaccionarios del país.
La
Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (1909-1932) nació con el objetivo
de dotar al profesorado de las Escuelas Normales y a inspectores de una
preparación adecuada a las exigencias culturales de la época.
La
dirección de la Residencia de Estudiantes (1910) se le encomendó Alberto
Jiménez Fraud. Este centro contaba con bibliotecas, laboratorios, publicaciones
propias y cursos. Fue el lugar de encuentro de los más espléndidos
intelectuales del momento: Alberti, Lorca, Menéndez Pidal, Antonio Machado,
Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Ortega y Gasset, Dalí, Moreno Villa, Buñuel, Jorge
Guillén, Salinas Azorín, Maeztu... En 1915 se inauguró la Residencia de
Señoritas, dirigida por María de Maeztu, que compartía con la Residencia de
Estudiantes objetivos y preocupaciones.
A
la muerte de Giner en 1915, Manuel Bartolomé Cossío se convirtió en el alma de
la Institución.
La
guerra civil de 1936-1939 obligó a cerrar el centro y el Estado se incautó de
todos sus bienes, que han sido devueltos en 1978, después de restablecido en
España el orden constitucional.
El influjo de la Institución Libre
de Enseñanza
Un
grupo de profesores que se reunieron junto a Francisco Giner de los Ríos
fundaron en 1876 la Institución Libre de Enseñanza. Con esto, trazaron las
líneas ideológicas sobre la educación del primer tercio del siglo XX y las que
se desarrollaron durante la II República. El principal objetivo del franquismo
fue destruir dicha Institución.
Giner
y sus seguidores, hicieron de ella un hogar de pensamiento libre con nuevas
ideas y respeto mutuo. Bajo la influencia de esta Institución se emprendieron
desde organismos públicos importantes reformas en los ámbitos jurídico,
educativo y social, y se crearon ciertos organismos como el Museo Pedagógico o
la Junta para Ampliación de Estudios. En torno a estos organismos cristalizaron
intentos de reforma científica y educativa que dieron lugar a iniciativas
pioneras: El Instituto Escuela, las pensiones para ampliar estudios en el
extranjero, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional
de verano o las Misiones Pedagógicas.
La
ILE hoy
La Institución Libre de Enseñanza fue
disuelta por un BOE de 28 de mayo de 1940. En 1978, tras casi cuarenta años de
destierro volvió a la actividad la Fundación Giner de los Ríos y en 1985 le
devuelven el local de la ILE.
En ningún momento se planteó la
posibilidad de volver a abrir un centro educativo debido a muchas dificultades.
Hoy la Institución Libre de Enseñanza es un espacio para la reflexión: la
Fundación Giner de los Ríos, la Agrupación de Antiguos Alumnos, la segunda
época del BILE. Esta Institución es la que mejor resume lo mejor de nuestra
tradición pedagógica.
Régimen escolar
La
Institución quisiera continuar acentuando en su escuela aquella orientación
educativa a que constantemente aspiró, y que consiste, no en aprender las
cosas, sino en aprender a hacerlas. Este carácter es aplicable a todas las
enseñanzas. Pero mientras en las llamadas teóricas (Lenguaje, Matemáticas,
Historia, Filosofía. etc.), exige para su realización pocos medios exteriores,
pues el hacer depende en ellas casi exclusivamente del ejercicio del pensar
reflexivo, en las que se llaman prácticas (Dibujo, Física, Química, Ciencias
Naturales, etc.), no porque lo sean más que las otras, sino porque su hacer
depende en gran parte de la actividad manual, se necesitan, para aprender a
hacer, muchas condiciones exteriores.
La
carencia de ellas, la pobreza de recursos -conviene declararlo
insistentemente-, ha venido con frecuencia a limitar la obra de la Institución
en esta última esfera.
Siempre
que es factible, realizándose por la tarde todas las enseñanzas de carácter
manual, a fin de conseguir la indispensable continuidad y persistencia de los
ejercicios, concentrando en la mañana las teóricas.
Las
clases, por la mañana, comienzan a las nueve y quince, terminan a las doce y
media. Por la tarde, la hora de entrada es a las dos y cuarenta y cinco, y la
salida se verifica de cuatro y media a cinco y media, según las secciones, y
atendiendo a la elasticidad con que hay que contar siempre en los trabajos de
taller y de laboratorio.
La
Institución encarece la puntualidad y la continuidad en la asistencia de los
alumnos, en beneficio del aprovechamiento de los mismos, de la creación de
hábitos de regularidad y del espíritu del deber.
Las
excursiones a los museos, fábricas, etc., suelen verificarse el sábado por la
mañana. El juego organizado se realiza el miércoles por la tarde. Algunos de
sus más constantes favorecedores han puesto al servicio de la Institución , un
campo de fútbol, otro de tenis y un pequeño pabellón para todos los servicios
necesarios. Los alumnos, por tanto, así como los antiguos alumnos, pueden
disponer con entera independencia de un elemento tan importante para su
educación , su recreo.
La
duración de las clases suele ser de cuarenta y cinco minutos, excepto las de
las primeras secciones, que son más cortas. Entre aquéllas, hay siempre un
intervalo de quince minutos, en que los alumnos salen a descansar o a jugar
libremente en el jardín. En el intermedio de las clases de la mañana a las de
la tarde, pueden almorzar en la Institución, bajo las condiciones que establece
la Secretaria. Concluido el almuerzo, juegan en el jardín hasta que vuelven a
comenzar las clases. Los domingos se verifican partidas de juegos en el campo,
donde pasan la mañana, y, a veces, el día, acompañados de varios profesores.
Para
los alumnos de las secciones superiores, suele haber también algún curso de
lección semanal, y después de las horas habituales de clase, así como sencillas
audiciones musicales, con las explicaciones técnicas e históricas necesarias.
El
curso se divide en tres trimestres, separados por las vacaciones de Navidad (del
22 de diciembre al 6 de enero, ambos inclusive), las de primavera (del
miércoles santo al de Pascua, ambos inclusive), y las del verano (julio, agosto
y septiembre). Durante las vacaciones, cesan las clases escolares, pero se
aprovecha este tiempo, siempre que es posible, para excursiones dentro y fuera
de Madrid.
En
el verano, la Institución organiza, en la medida de sus recursos, alguna de las
excursiones escolares largas, ya mencionadas, así como la estancia a la orilla
del mar o en el campo.
La
imposibilidad de alterar o detener la marcha de secciones ya formadas, que
deben desenvolver un mismo programa durante varios cursos, obliga a la
Institución a desear que el ingreso de sus alumnos se verifique únicamente por
las primeras. El ideal consistiría en que todos sus alumnos nuevos fuesen
párvulos. La matrícula continúa, sin embargo, abierta en todas las secciones,
admitiendo a aquellos niños que, a juicio de los profesores, y después de un
periodo de prueba se hallan en situación de aprovechar las labores de clase.
Los
derechos mensuales de matrícula son, para las secciones de párvulos e
inferiores, 25 pesetas; para las secciones superiores, 30 pesetas, y 10 más por
las clases de lenguas vivas (inglés o alemán).
La
Institución, opuesta al régimen de internado, en el sentido que tiene entre
nosotros y aun en otros países, procura ofrecer, en cambio, a los padres de
fuera de Madrid, cuando recibe instancias al efecto, facilidades para que le
envíen sus hijos, organizando, si le es posible, como en ocasiones lo ha hecho,
la vida en familia de un corto número de alumnos en casa de algunos de sus
profesores. Las personas que deseen utilizar este servicio pueden dirigirse a
la Secretaría de la Institución.
Aspira
la Institución a no abandonar por completo a sus discípulos después de
recorrido el ciclo de su educación general, y a intentar para ello modo, ya que
no de darles toda una educación especial conforme a sus ideas -que para esto
carece hoy de medios-, de seguir, al menos, ayudándolos, hasta donde le sea
posible, con sus lecciones y consejos en la preparación para las profesiones a
que se destinan y aplicando en este orden los mismos principios que en el de la
educación general.
Con
pocos alumnos, y de una manera muy incompleta, ha podido ejercer todavía esta
dirección. Aprovechan aquéllos, por ejemplo, ciertas clases de los
establecimientos oficiales, pero cursan libremente sus estudios. La Institución
les aconseja sobre el plan y modo como deben hacerlos, procurando suplir los
vacíos que pueda ofrecer en su organización la enseñanza del Estado, ya
mediante la asistencia a otras cátedras de distintos centros, ya
proporcionándoles clases y trabajos especiales, organizados por la misma
Institución, gracias al concurso generoso de las personas y Corporaciones
privadas a quienes acude, y que le prestan sus servicios o sus medios de
enseñanza, ya guiándolas, por último, en sus lecturas y estudios individuales.
Se les obliga a ejercitarse en trabajos relativos a su especialidad, cada vez
con mayores exigencias, conforme van adelantando en sus estudios. Y se procura,
por último, que no pierdan de vista en absoluto la unidad y universalidad del
saber, y sigan todos los años algún curso, ya oficial, ya privado, enteramente
ajeno a aquella especialidad; alguna serie de excursiones, conferencias,
manipulaciones, etc., verbigracia, en los estudios referentes a ciencias
físicas y naturales, que tanto interés despiertan hoy en la cultura general
humana.
Harto
siente la Institución la deficiencia de sus medios de todas clases para dar
cima a su obra. En ésta, únicamente le satisfacen los principios a que procura
acomodarse en lo posible y la conciencia de no omitir esfuerzo alguno para
mejorarla.
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